¿Qué podría regalarte? ¿Unas flores tal vez? sé que te gustan mucho, ¿una
joya? humm. No, no podría, tal vez dulce, pues ahora te gustan más que antes. Y
es que tú nos has dado tantas cosas, que nada que te pueda regalar compensaría
en absoluto los regalos que nos diste.
Nos regalaste una infancia feliz llena de juegos y aventuras. Nos regalaste el sentimiento de amarnos entre hermanos pues como decías “son hermanos y toda la vida estarán juntos quiéranse y ayúdense siempre”...
Nos regalaste una infancia feliz llena de juegos y aventuras. Nos regalaste el sentimiento de amarnos entre hermanos pues como decías “son hermanos y toda la vida estarán juntos quiéranse y ayúdense siempre”...
Nos regalaste tu ejemplo de bondad, pues aún con carencias es mejor compartir
un pan con quien nada tiene, como aquel día que con unos pesos compraste comida
apenas suficiente para la casa y la compartiste con alguien que lo necesitaba
más que nosotros. A mis hermanas les diste tu ejemplo para ser unas mujeres
dignas, grandes esposas y mejores madres. A mi hermana mayor, le regalaste la
madurez de llevar una casa con apenas nueve años y lo llevó a cabo como la
mejor, a los varones nos enseñaste a ganar honradamente el pan para llevar a
nuestras mesas, pues el dinero mal ganado, compra el pan más amargo.
Nos diste también la formación para respetar a la mujer y nos decías: “A la
mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”... Nos regalaste tus noches en
vela cuando tenías a un hijo enfermo, sin importar que te aguardaran horas de
intenso trabajo. Nos regalaste la esperanza de saber que el día de mañana todo
estaría mejor, nos diste el valor para no vencernos ni aún en los momentos más
difíciles, el valor para levantarnos después de haber caído diciendo: “eso no es
nada, morir es algo”...
Nos diste la fuerza para ser padres rigurosos, pero flexibles, cariñosos pero
exigentes.
Nos enseñaste que no hay alegría más grande como la de tener un hijo y que no hay dolor más profundo que perderlo. Tantas cosas nos has dado y yo no sé que regalarte, podría regalarte una canción, pero ya te he dado tantas. Te regalaría el orgullo que siento de tener una madre como tú, pero siempre lo has tenido.
Nos enseñaste que no hay alegría más grande como la de tener un hijo y que no hay dolor más profundo que perderlo. Tantas cosas nos has dado y yo no sé que regalarte, podría regalarte una canción, pero ya te he dado tantas. Te regalaría el orgullo que siento de tener una madre como tú, pero siempre lo has tenido.
Te regalaría la alegría que siento de tener a mis hermanos, sobrinos, cuñados
y a toda esta maravillosa familia pero, también tú nos diste esa alegría. Te
regalaría el respeto, la nobleza, la dignidad, el valor, pero todo eso siempre
ha sido tuyo. Te regalaría mi arrepentimiento por tanto dolor que te he causado,
tantas angustias y decepciones, pero con el regalo de tu perdón, ese
arrepentimiento también ya es tuyo.
Madre santa, perdóname por esta vez, pues hoy no tengo nada que regalarte,
espero que la próxima ocasión, pueda regalarte algo más que este humilde
pensamiento.
Tu hijo: J.P.C
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